"Extracto de La emboscadura"
Otto Dix |
«Estamos viviendo en unos tiempos en que a diario pueden hacer su aparición modalidades inauditas de la coacción, de la esclavitud, del exterminio – modalidades que unas veces se dirigen contra determinados estratos de la población y que otras se extienden sobre vastos territorios. La resistencia contra ellas es legal, como modo de afirmar los derechos humanos fundamentales, unos derechos de los que, en el mejor de los casos, salen garantes las Constituciones, pero cuya ejecución corresponde a la persona singular. Existen para esto formas eficaces y el amenazado ha de haber sido instruido en ellas; hasta podría decirse que es ésa la asignatura principal de una nueva educación. La gente ha de habituarse a pensar que la resistencia es posible sin más – una vez que se haya comprendido eso, resultará posible abatir con una minoría pequeñísima al coloso, el cual es fuerte, pero torpe. También ésta es una estampa que se repite en la historia y en la que ésta conquista sus cimientos míticos. Sobre ellos se alzan luego edificios duraderos.
Es natural que quienes tienen el poder se esfuercen por presentar como criminal a la oposición legal e, incluso, a la simple no aceptación de sus pretensiones. Con ese propósito se crean ramas especiales del empleo de la violencia y se crean también ramas especiales de la propaganda que aboga en favor de ese empleo. Otra cosa que aquí vemos es que quienes tienen el poder, colocan en un escalón jerárquico más alto al delincuente común que al hombre que contradice sus propósitos.
Frente a esto es importante no sólo que el emboscado se diferencie claramente del criminal en su moralidad, en su modo de combatir, en la gente con la que trata. También es importante que esa diferencia esté viva en su interior. En una situación en que ni los profesores de derecho civil ni los de derecho político ponen en sus manos las armas necesarias, el emboscado no podrá encontrar lo que es justo más que en el interior de si mismo. De las cosas que hay que defender nos enteraremos más bien leyendo a los poetas y a los filósofos.
[…] El auténtico problema está, más bien, en que una gran mayoría no quiere la libertad y aun le tiene miedo. Para llegar a ser libre hay que ser libre, pues la libertad es existencia. La libertad es ante todo la concordancia consciente con la existencia y es el placer, sentido como destino, de hacerla realidad. Entonces es libre el ser humano y a partir de ese instante, así como las grandes masas de la roca primitiva producen cristales con la presión que ejercen, del mismo modo este mundo que está lleno de coacciones y de medios de coaccionar habrá de servir para poner de manifiesto la libertad en su total esplendor.
La libertad nueva es libertad antigua; es libertad absoluta vestida con el traje propio de cada tiempo porque el sentido del mundo histórico consiste en hacer que la libertad triunfe una y otra vez — pese a todas las tretas del Zeitgeist, del Espíritu del Tiempo.»
Ernst Jünger, La emboscadura, Barcelona, Tusquets Editores, 1988, págs. 154-156
No hay comentarios:
Publicar un comentario