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martes, 30 de junio de 2015

POEMA DÍA XXX/VI/2015:"Oda a la crítica"; Neruda

POEMA DÍA XXX/VI/2015:"Oda a la crítica"; Neruda



Oda a la crítica


Yo escribí cinco versos:
uno verde,
otro era un pan redondo,
el tercero una casa levantándose,
el cuarto era un anillo,
el quinto verso era
corto como un relámpago
y al escribirlo
me dejó en la razón su quemadura.

Y bien, los hombres,
las mujeres,
vinieron y tomaron
la sencilla materia,
brizna, viento, fulgor, barro, madera
y con tan poca cosa
construyeron paredes, pisos, sueños.
En una línea de mi poesía
secaron ropa al viento.
Comieron
mis palabras,
las guardaron
junto a la cabecera,
vivieron con un verso,
con la luz que salió de mi costado.
Entonces
llegó un crítico mudo
y otro lleno de lenguas,
y otros, otros llegaron
ciegos o llenos de ojos,
elegantes algunos
como claveles con zapatos rojos,
otros estrictamente
vestidos de cadáveres,
algunos partidarios
del rey y su elevada monarquía,
otros se habían
enredado en la frente
de Marx y pataleaban en su barba,
otros eran ingleses,
y entre todos
se lanzaron
con dientes y cuchillos,
con diccionarios y otras armas negras,
con citas respetables,
se lanzaron
a disputar mi pobre poesía
a las sencillas gentes
que la amaban:
y la hicieron embudos,
la enrollaron,
la sujetaron con cien alfileres,
la cubrieron con polvo de esqueleto,
la llenaron de tinta,
la escupieron con suave
benignidad de gatos,
la destinaron a envolver relojes,
la protegieron y la condenaron,
le arrimaron petróleo,
le dedicaron húmedos tratados,
la cocieron con leche,
le agregaron pequeñas piedrecitas,
fueron borrándole vocales,
fueron matándole
sílabas y suspiros,
la arrugaron e hicieron
un pequeño paquete
que destinaron cuidadosamente
a sus desvanes, a sus cementerios,
luego
se retiraron uno a uno
enfurecidos hasta la locura
porque no fue bastante
popular para ellos
o impregnados de dulce menosprecio
por mi ordinaria falta de tinieblas
se retiraron
todos
y entonces,
otra vez,
junto a mi poesía
volvieron a vivir
mujeres y hombres,
de nuevo hicieron fuego,
construyeron casas,
comieron pan,
se repartieron la luz
y en el amor unieron
relámpago y anillo.
Y ahora,
perdonadme, señores,
que interrumpa este cuento
que les estoy contando
y me vaya a vivir
para siempre
con la gente sencilla.



BREVIARIO XLIX: "El perro que deseaba ser un ser humano"; Augusto Monterroso


El perro que deseaba ser un ser humano


Cristina Borobia

En la casa de un rico mercader de la Ciudad de México, rodeado de comodidades y de toda clase de máquinas, vivía no hace mucho tiempo un Perro al que se le había metido en la cabeza convertirse en un ser humano, y trabajaba con ahínco en esto.

Al cabo de varios años, y después de persistentes esfuerzos sobre sí mismo, caminaba con facilidad en dos patas y a veces sentía que estaba ya a punto de ser un hombre, excepto por el hecho de que no mordía, movía la cola cuando encontraba a algún conocido, daba tres vueltas antes de acostarse, salivaba cuando oía las campanas de la iglesia, y por las noches se subía a una barda a gemir viendo largamente a la luna.

lunes, 29 de junio de 2015

MARINA ABRAMOVIC

MARINA ABRAMOVIC


-La gente piensa con nostalgia que antes las performances eran más radicales. Te cortabas, te desnudabas, pero ahora son un proceso más mental. Entonces, tu público podían ser 10 personas, así que en verdad casi nadie las vio. Los museos aceptan hoy las performances como el vídeo o la fotografía, pero ha llevado mucho más tiempo ganarse el respeto. Ha habido un cambio radical: cuando empecé me querían encerrar en un manicomio porque creían que estaba loca, y hoy me alaban.
-Para mí el arte es un estado mental, es el oxígeno de la sociedad, es mostrarte al público sin tapujos, algo tan sencillo como eso, durante todos los días. Al principio realizaba acciones muy físicas para llegar a la mente, pero lo más difícil es llegar ahí, a la mente. El aspecto físico del cuerpo es más fácil, aunque puede resultar más espectacular o más dramático, pero eso es sólo el cuerpo. Lo importante es la mente, la mente es el universo. Estamos rodeados de tecnología, pero estamos perdiendo la posibilidad de mirar dentro de nosotros mismos, porque estamos siempre ocupados con los teléfonos, la televisión... no tenemos tiempo de detenernos y mirar dentro de nosotros mismos.
-Nadie puede escaparse de sí mismo. Un artista siempre está afectado por su vida personal. Este es el material con el que trabajas;cuanto más profundo te involucras con tu vida personal, más universalmente vas a llegar a los otros: las personas, cuando ven una de mis performances, vienen a ver mi biografía, pero también la de ellos.


- El arte es un servicio, y es importante alejarte de tu ego, de tu comodidad, estar disponible y ser humilde, asegurarte de que tu trabajo se entiende. En este momento de mi vida tengo más responsabilidad que nunca.
-La performance no existe sin el público. Nunca la haría en mi casa. ¿Por qué? Pues porque necesito al público porque utilizo su energía, la traduzco y se la devuelvo. Con los años he conseguido crear experiencias individuales que se suman a las del grupo, y la duración es importante porque necesito tiempo para lograr cierto estado mental. Solo entonces la comunicación es fuerte e inmaterial. Por eso es una forma de arte difícil, pues tiene que ver con los sentimientos. Por eso lo comparo con la música.
-Yo nunca ensayo, no puedo ensayar. Esa es la diferencia entre el teatro y la performance.
-Si te instalas frente a un público en situaciones de riesgo, automáticamente concentras con tu mente y cuerpo, la existencia en el presente, aquí y ahora. Lo mismo pasa con la gente que está presenciando tu actuación.


-Hay diferentes tipos de poder y generalmente no me gusta ninguno de ellos, ya que supone que hay control de uno sobre otro. El único poder con el que me relaciono es con aquel que emana de la energía positiva.
-Siempre he estado interesada en los aspectos espirituales del arte. El budismo tibetano y la cultura de los aborígenes han sido fuentes fundamentales de mi desarrollo artístico
- Cada 'performance' tenía su propia idea, su propio concepto. Ahora mismo para mí es muy importante el Método, porque entrego los instrumentos para que otros hagan sus propias 'performances', para que estén con ellos mismos. Las 'performances' son sobre energía, son una reflexión sobre tu responsabilidad en el mundo. Es una manera muy inmaterial de arte, no es una pintura.
-Las imágenes arquetípicas suelen parecer siempre contemporáneas. Son imágenes que reconocemos en lo profundo de nuestro subconsciente. Pienso que la tarea del artista es reconocer estos arquetipos, darles una vuelta, y hacerlos actuales otra vez. Ser conscientes de ellos.
- Cuando se está realizando una 'performance', estás por encima de ti mismo. En mi vida nunca haría cosas así, pero en las 'performances' me someto a tareas muy duras, hice cosas que temía, cosas que no me gustaban.


-Por supuesto, necesito sentir el riesgo, porque no tengo ningún interés en repetirme a mí misma. Muchos artistas encuentran una idea y vuelven a ella una vez y otra y otra y otra. A mí me gusta entrar en territorios donde nunca he estado y que me inquietan. Es justo lo que va a suceder ahora. No tengo ideas ni materiales, salvo el público, un material vivo, y el momento presente. Y tengo que pensar cómo puedo hacer algo a partir de la nada. Es una locura. Hay artistas que van a un museo, cuelgan sus obras y ya está. Yo voy a un museo que estará vacío, voy a abrir la puerta cada día y a cerrarla también cada día y el público es un material vivo y cada día es diferente. Es muy nuevo y muy radical y puede que sea un fracaso.
-Lo de la violencia, masturbarse, cagar… ya lo hicimos. Ahora se trata de descubrir qué hay en nuestra mente. Solo entendemos el 33% de nuestro cerebro, así que no sabemos una mierda.
-De pequeña tenía muchísimo pudor, me daba vergüenza caminar por la calle, pero a través de la perfomance he conseguido superar ese pudor. Me gusta mostrarme vulnerable, me gusta mostrar los aspectos de mi vida y sus contradicciones y esas contradicciones me acercan al público, porque nadie es perfecto. En esta exposición, por ejemplo, lo importante no es sólo lo que yo vivo, sino la experiencia del público
-Cada vez que una performance duracional ocurre, siento que también ocurre una transformación, no sólo física sino también dentro de mí y en el público.Por eso las performances de larga duración son muy importantes: en las performances cortas, sí, pasa algo. Pero si duran 2, 3 meses, eso se convierte en real, en algo vivo. En algo transformador.


- En la performance tienes que lograr transmitir energía; si no, se vuelve aburrida y la obra entonces no es buena. Pero para crear energía, tienes que saber cómo sacar energía fuera de vos y hacia los demás.
-En toda cultura hay chamanes o curadores que resisten un dolor físico increíble porque es una puerta que se abre al inconsciente. Es también la forma en que podemos controlar el dolor; es la forma de controlar todo. Es la clave.”
-Una vez un crítico en EE.UU. me dijo que odiaba mi trabajo porque le hacía llorar. La mayoría de los críticos siempre han intentado entender mi obra intelectualmente, pero no emocionalmente.
-A los alumnos los preparo para que sean capaces de… de ver como una luz que pasara y dejase todo en calma absoluta. Normalmente no sabemos hacerlo porque estamos ocupados, ansiosos. Cuando he trabajado con gente joven el choque es fuerte porque no se creen que puedan estar sin auriculares escuchando heavy metal. Cuando hay silencio, te reencuentras contigo mismo. Y mi método busca cambiar las cosas, pero si no cambiamos antes nuestra consciencia, no podremos cambiar el mundo. Y si no cambiamos el mundo, alguien lo hará por nosotros.
- Con mis alumnos propongo a veces abrir una puerta, sin entrar ni salir, tres horas, lentamente. La puerta se convierte en algo que transmuta. La repetición, en todos los rituales, desempeña su papel, transmite una energía concreta y abre la conciencia. La salvación está en la sencillez.
-Hace un par de años me pidieron un trabajo que usara imágenes pornográficas. Fue un reto para mí porque nunca antes había hecho nada en torno a ese asunto. Estuve viendo películas porno pero no me inspiraban nada. La forma en que era tratado el cuerpo de la mujer era siempre demasiado estereotipado. Para mí lo interesante es el aspecto espiritual del sexo. Así es que decidí que lo más interesante era rebuscar en mi propia cultura. Fui a Belgrado y en la biblioteca investigué en el folclor antiguo, anterior al comunismo y al socialismo. Incluso a pesar del cristianismo conservamos muchos ritos paganos explícitamente sexuales. Pero lo eran de una forma distinta en la que el cuerpo era utilizado como herramienta o como medio para propiciar la fertilidad de la tierra, para pedir lluvias, para la sanación... La energía sexual era transformada para el contacto con las energías invisibles. Investigué más y di con unos rituales muy interesantes que luego utilicé para dos trabajos. Uno es una instalación de vídeo titulada Balkan Erotic Epic, y la otra es un cortometraje en el que yo hago de profesora enseñando a los alumnos estos rituales, puestos en escena por un grupo de gente que elegí a partir de un largo casting y la preparación de esta gente durante dos años en Belgrado.
-La cultura occidental ha vulgarizado la imagen de los cuerpos desnudos, transformando el erotismo en pornografía. Por eso, investigué antiguas tradiciones en la que los órganos sexuales eran utilizados como herramientas de sanación o canales para comunicarse con los dioses
- A mí no me importa que sean hombres o mujeres, lo que intento es usar los órganos sexuales como vehículo para indagar en su poder y conectarlo con la energía espiritual. Cuando ves estas piezas no encuentras nada pornográfico en ellas, se convierten en otra cosa. Ves los genitales desde otra perspectiva. He querido ofrecer un punto de vista distinto al habitual.
-La muerte [dice en castellano dramáticamente]. Me encanta cómo suena esa palabra en español [ríe]. ¿Sabes por qué? Porque amo las corridas de toros, he ido a muchas, he leído a Hemingway... Las corridas simbolizan la oscuridad y la luz... me entristece que en Barcelona las hayan prohibido. Es muy estúpido prohibir una tradición que viene del alma… La muerte es importante y por eso lo he organizado todo. No voy a vivir siempre.
-Nuestros tiempos están tomados por la tecnología. La tecnología realmente está tomando todo lo que tenemos. Ya no hay un tiempo privado para nosotros mismos. Y cuando uno logra hacerse un tiempo para uno mismo –y usando los métodos de la performance sería una alternativa-, uno comienza a experimentar la vida de otra manera y a pensar en responsabilidades, y a tomar parte en ellas.


POEMA DÍA XXIX/VI/2015:"El ángel bueno"; Rafael Alberti

POEMA DÍA XXIX/VI/2015:"El ángel bueno"; Rafael Alberti





El ángel bueno

Vino el que yo quería
El que yo llamaba.
No aquel que barre cielos sin defensas.
Luceros sin cabañas,
Lunas sin patria,
Nieves.
Nieves de esas caídas de una mano,
Un nombre,
Un sueño,
Una frente.
No aquel que a sus cabellos
Ató la muerte.
El que yo quería.
Sin arañar los aires,
Sin herir hojas ni mover cristales.
Aquel que a sus cabellos
Ató el silencio.
Para sin lastimarme,
Cavar una ribera de luz dulce en mi pecho
Y hacerme el alma navegable.

BREVIARIO XLVIII:"Macario"; Juan Rulfo

MACARIO



Estoy sentado junto a la alcantarilla aguardando a que salgan las ranas. Anoche, mientras estábamos cenando, comenzaron a armar el gran alboroto y no pararon de cantar hasta que amaneció. Mi madrina también dice eso: que la gritería de las ranas le espantó el sueño. Y ahora ella bien quisiera dormir. Por eso me mandó a que me sentara aquí, junto a la alcantarilla, y me pusiera con una tabla en la mano para que cuanta rana saliera a pegar de brincos afuera, la apalcuachara a tablazos... Las ranas son verdes de todo a todo, menos en la panza. Los sapos son negros. También los ojos de mi madrina son negros. Las ranas son buenas para hacer de comer con ellas. Los sapos no se comen; pero yo me los he comido también, aunque no se coman, y saben igual que las ranas. Felipa es la que dice que es malo comer sapos. Felipa tiene los ojos verdes como los ojos de los gatos. Ella es la que me da de comer en la cocina cada vez que me toca comer. Ella no quiere que yo perjudique a las ranas. Pero a todo esto, es mi madrina la que me manda a hacer las cosas... Yo quiero mas a Felipa que a mi madrina. Pero es mi madrina la que saca el dinero de su bolsa para que Felipa compre todo lo de la comedera. Felipa sólo se está en la cocina arreglando la comida de los tres. No hace otra cosa desde que yo la conozco. Lo de lavar los trastes a mí me toca. Lo de acarrear leña p ara prender el fogón también a mí me toca. Luego es mi madrina la que nos reparte la comida. Después de comer ella, hace con sus manos dos montoncitos, uno para Felipa y otro para mí. Pero a veces Felipa no tiene ganas d e comer y entonces son para mí los dos montoncitos. Por eso quiero yo a Felipa, porque yo siempre tengo hambre y no me lleno nunca, ni aun comiéndome la comida de ella. Aunque digan que uno se llena comiendo, yo sé bien que no me lleno por mas que coma todo lo que me den. Y Felipa también sabe eso... Dicen en la calle que yo estoy loco porque jamás se me acaba el hambre. Mi madrina ha oído que eso dicen. Yo no lo he oído. Mi madrina no me deja salir solo a la calle. Cuando me saca a dar la vuelta es para llevarme a la iglesia a oír misa. Allí me acomoda cerquita de ella y me amarra las manos con las barbas de su rebozo. Yo no sé por qué me amarra mis manos; pero dice que porque dizque luego hago locuras. Un día inventaron que yo andaba ahorcando a alguien; que le apreté el pescuezo a una señora nada más por nomás. Yo no me acuerdo. Pero, a todo esto, es mi madrina la que dice lo que yo hago y ella nunca anda con mentiras. Cuando me llama a comer, es para darme mi parte de comida, y no como otra gente que me invitaba a comer con ellos y luego que me les acercaba me apedreaban hasta hacerme correr sin comida ni nada. No, mi madrina me trata bien. Por eso estoy contento en su casa. Además, aquí vive Felipa. Felipa es muy buena conmigo. Por eso la quiero... La leche de Felipa es dulce como las flores del obelisco. Yo he bebido leche de chiva y también de puerca recién paridad; pero no, no es igual d e buena que la leche de Felipa... Ahora ya hace mucho tiempo que no me da a chupar de los bultos esos que ella tiene donde tenemos solamente las costillas, y de donde le sale, sabiendo sacarla, una leche mejor que la que nos da mi madrina en el almuerzo de los domingos... Felipa antes iba todas las noches al cuarto donde yo duermo, y se arrimaba conmigo, acostándose encima de mí o echándose a un ladito. Luego se las ajuareaba para que yo pudiera chupar de aquella leche dulce y caliente que se dejaba venir en chorros por la lengua... Muchas veces he comido flores de obelisco para entretener el hambre. Y la leche de Felipa era de ese sabor, sólo que a mí me gustaba más, porque, al mismo tiempo que me pasaba los tragos, Felipa me hacia c osquillas por todas partes. Luego sucedía que casi siempre se quedaba dormida junto a mí, hasta la madrugada. Y eso me servía de mucho; porque yo no me apuraba del frío ni de ningún miedo a condenarme en el infierno si me moría yo solo allí, en alguna noche... A veces no le tengo tanto miedo al infierno. Pero a veces sí. Luego me gusta darme mis buenos sustos con eso de que me voy a ir al infierno cualquier día de éstos, por tener la cabeza tan dura y por gustarme dar de cabezazos contra lo primero que encuentro. Pero viene Felipa y me espanta mis miedos. Me hace cosquillas con sus manos como ella sabe hacerlo y me ataja el miedo ese que tengo de morirme. Y por un ratito hasta se me olvida... Felipa dice, cuando tiene ganas de estar conmigo, que ella le cuenta al Señor todos mis pecados. Que iré al cielo muy pronto y platicará con Él pidiéndole que me perdone toda la mucha maldad que me llena el cuerpo de arriba abajo. Ella le dirá que me perdone, para que yo no me preocupe más. Por eso se confiesa todos los días. No porque ella sea mala, sino porque yo estoy repleto por dentro de demonios, y tiene que sacarme esos chamucos del cuerpo confesándose por mí. Todo s los días. Todas las tardes de todos los días. Por toda la vida ella me hará ese favor. Eso dice Felipa. Por eso yo la quiero tanto... Sin embargo, lo de tener la cabeza así de dura es la gran cosa. Uno da de topes contra los pilares del corredor horas enteras y la cabeza no se hace nada, aguanta sin quebrarse. Y uno da de topes contra el suelo; primero despacito, después más recio y aquello suena como un tambor. Igual que el tambor que anda con la chirimía, cuando viene la chirimía a la función del Señor. Y entonces uno está en la iglesia, amarrado a la madrina, oyendo afuera el tum tum del tambor... Y mi madrina dice que si en mi cuarto hay chinches y cucarachas y alacranes es porque me voy a ir a arder en el infierno si sigo con mis mañas de pegarle al suelo con mi cabeza. Pero lo que yo quiero es oír el tambor. Eso es lo que ella debería saber. Oírlo, como cuando uno esta en la iglesia, esperando salir pronto a la cal le para ver cómo es que aquel tambor se oye de tan lejos, hasta lo hondo de la iglesia y por encima de las condenaciones del señor cura...: "El camino de las cosas buenas esta lleno de luz. El camino de las cosas malas es oscuro." Eso dice e l señor cura... Yo me levanto y salgo de mi cuarto cuando todavía esta a oscuras. Barro la calle y me meto otra vez en mi cuarto antes que me agarre la luz del día. En la calle suceden cosas. Sobra quien lo descalabre a pedradas apenas lo ven a uno. Llueven piedras grandes y filosas por todas partes. Y luego hay que remendar la camisa y esperar muchos días a que se remienden las rajaduras de la cara o de las rodillas. Y aguantar otra vez que le amarren a uno las manos, porque s i no ellas corren a arrancar la costra del remiendo y vuelve a salir el chorro de sangre. Ora que la sangre también tiene buen sabor aunque, eso sí, no se parece al sabor de la leche de Felipa... Yo por eso, para que no me apedreen, me vivo siempre metido en mi casa. En seguida que me dan de comer me encierro en mi cuarto y atranco bien la puerta para que no den conmigo los pecados mirando que aquello está a oscuras. Y ni siquiera prendo el ocote para ver por dónde se me andan subiendo las cucarachas. Ahora me estoy quietecito. Me acuesto sobre mis costales, y en cuanto siento alguna cucaracha caminar con sus patas rasposas por mi pescuezo le doy un manotazo y la aplasto. Pero no prendo el ocote. No vaya a suceder que me encuentren des prevenido los pecados por andar con el ocote prendido buscando todas las cucarachas que se meten por debajo de mi cobija... Las cucarachas truenan como saltapericos cuando uno las destripa. Los grillos no sé si truenen. A los grillos nunca los mato . Felipa dice que los grillos hacen ruido siempre, sin pararse ni a respirar, para que no se oigan los gritos de las animas que están penando en el purgatorio. El día en que se acaben los grillos, el mundo se llenará de los gritos de las ánimas santas y todos echaremos a correr espantados por el susto. Además a mí me gusta mucho estarme con la oreja parada oyendo el ruido de los grillos. En mi cuarto hay muchos. Tal vez haya mas grillos que cucarachas aquí entre las arrugas de los costales donde yo me acuesto. También hay alacranes. Cada rato se dejan caer del techo y uno tiene que esperar sin resollar a que ellos hagan su recorrido por encima de uno hasta llegar al suelo. Porque si algún brazo se mueve o empiezan a temblarle a uno los huesos, se siente en seguida el ardor del piquete. Eso duele. A Felipa le picó una vez uno en una nalga. Se puso a llorar y a gritarle con gritos queditos a la Virgen Santísima para que no se le echara a perder su nalga. Yo le unté saliva. Toda la noche me la pasé untándole saliva y rezando con ella, y hubo un rato, cuando vi que no se aliviaba con mi remedio, en que yo también le ayudé a llorar con mis ojos todo lo que pude... De cualquier modo, yo estoy más a gusto en mi cuarto que si anduviera en la calle, llamando la atención de los amantes de aporrear gente. Aquí nadie me hace nada. Mi madrina no me regaña porque me vea comiéndome las flores de su obelisco, o sus arrayanes , o sus granadas. Ella sabe lo entrado en ganas de comer que estoy siempre. Ella sabe que no se me acaba el hambre. Que no me ajusta ninguna comida para llenar mis tripas aunque ande a cada rato pellizcando aquí y allá cosas de comer. Ella sabe que me como el garbanzo remojado que le doy a los puercos gordos y el maíz seco que le doy a los puercos flacos. Así que ella ya sabe con cuánta hambre ando desde que me amanece hasta que me anochece. Y mientras encuentre de comer aquí en esta casa, aquí me estaré. Porque yo creo que el día en que deje de comer me voy a morir, y entonces me iré con toda seguridad derechito al infierno. Y de allí ya no me sacara nadie, ni Felipa, aunque sea tan buena conmigo, ni el escapulario que me regaló mi madrina y que traigo enredado en el pescuezo... Ahora estoy junto a la alcantarilla esperando a que salgan las ranas. Y no ha salido ninguna en todo este rato que llevo platicando. Si tardan más en salir, puede suceder que me duerma, y luego ya no habrá modo de matarlas, y a mi madrina no le llegará por ningún lado el sueño si las oye cantar, y se llenará de coraje. Y entonces le pedirá a alguno de toda la hilera de santos que tiene en su cuarto, que mande a los diablos por mí, para que me lleven a rastras a la condenación eterna, derechito, sin pasar ni siquiera por el purgatorio, y yo no podré ver entonces ni a mi papá ni a mi mamá que es allí donde están... Mejor seguiré platicando... De lo que más ganas tengo es de volver a probar algunos tragos de la leche de Felipa, aquella leche buena y dulce como la miel que le sale por debajo a las flores del obelisco... FIN

viernes, 26 de junio de 2015

JUAN MAYORGA

JUAN MAYORGA


- Yo escribo teatro porque me hace feliz escribir teatro, desde el acto mismo de escribir, de imaginar, de estar encerrado volviéndome loco -creo que escribir es eso, encerrarse y volverse loco, para luego compartir tu locura con los demás.
-El teatro, arte de la palabra, es también el arte del silencio. En teatro, el silencio se escucha. Se pronuncia.
-En el teatro se produce el fenómeno de yuxtaposición y simultaneidad con la realidad, que te permite colocar a tres actores que están en diferentes niveles, a edades distintas o tres actores que sean de edades del mismo personaje.
-El verdadero arte está hecho de valor, decir la verdad aunque duela. No hay oficio más cruel que el del escritor, porque se expone, se desnuda y desnuda. Esa valentía, la de mirar algo de lo que los demás apartan la mirada, es el núcleo del talento mismo.

-Nunca doy por cerrado un texto, porque es la propia vida la que los reescribe. Reescribir es para mí, fundamentalmente, tachar; descubrir que lo que se expresa en dos frases puede ser sintetizado, y de forma más elocuente, en una. Y que una frase puede ser sustituida por un gesto. Que una acotación es superflua porque limita las posibilidades a un actor, o le conduce de forma autoritaria por un camino determinado. Las puestas en escena me enseñan mucho: las preguntas que me hacen los actores, el diálogo con los directores, escenógrafos, iluminadores, vestuaristas... Y por supuesto, el espectador. Y finalmente, me enseña la propia vida, que me hace descubrir qué es lo relevante y qué es lo superfluo. qué debe ser desarrollado y qué debe ser despreciado.
-Escribo cuando hay un impulso, una imagen, una idea, una historia, que me gana.
-Como dice uno de mis personajes, Volodia, no hay nada más parecido a la vida que el teatro, y la vida y el teatro se alimentan permanentemente. Escribir teatro, versionar textos, hablar de teatro, enseñarlo... Dialogar sobre teatro es dialogar sobre las posibilidades de la vida. Y hacerlo es un privilegio.
-El conflicto más importante que ofrece el teatro no es aquel que se presenta en escena, sino aquel que se da entre el escenario y el patio de butacas. Un teatro que no divide el patio de butacas y que no divide al espectador es un teatro irrelevante. El verdadero teatro ha de ser capaz de sembrar el conflicto en el corazón mismo del espectador.


-Del verdadero arte no deberíamos salir más seguros, no deberíamos salir confirmados; el verdadero arte debería crearnos problemas.Eso creo que debería hacer el arte, asaltar al espectador y ponerlo en una situación de peligro, no reforzar sus convicciones.
-El mejor actor es el que con un solo gesto es capaz de dar cuenta, por ejemplo, de la transición de su personaje de la tristeza a la euforia, y el mejor dramaturgo es el que con una sola frase o una sola acción es capaz de dar cuenta de una situación o incluso de una época. Eso es lo que consiguen Sófocles, Shakespeare o Chéjov.
-La filosofía no es una disciplina académica, es un plan de vida; todos estamos llamados a ser filósofos, también los que hacemos teatro. Por supuesto que el teatro es emoción y es poesía; pero el gran teatro, el mejor teatro, también es pensamiento: el teatro de Shakespeare, el teatro de Calderón, el teatro de los grandes griegos. Siento, he dicho alguna vez, que el teatro puede poner al espectador ante preguntas para las que el filósofo todavía no tiene palabra.
-El teatro es dialéctico. Un actor puede descubrirte una luz, una herida que tú no viste en un personaje, un escenógrafo puede enseñarte las posibilidades o los límites de un espacio… Cuanta más libertad ofrezcas a esos otros creadores, tanto mejor.Cuando asisto a un espectáculo sobre un texto mío siempre aprendo cosas. A veces el espectáculo empequeñece el texto, pero otras aparecen sentidos que yo no había previsto, y esa es para un autor una experiencia formidable.
-El teatro hoy, como siempre, tiene algo muy importante que ofrecer. El teatro es reunión y es imaginación. El teatro requiere de la imaginación del espectador, no existe en el escenario, existe en la cabeza del espectador, y si el espectador no le entrega su complicidad, no hay teatro.
-El teatro tiene además la capacidad de darnos a escuchar otros lenguajes y otros modos de decir y, por tanto, nos da ocasión de examinar cómo usamos las palabras y cómo somos usados por las palabras.
-Desde los griegos, lo que hace el teatro es construir ficciones que nos permiten observar nuestra propia vida. En el escenario se nos da a ver lo que nuestra vida es o lo que nuestra vida podría ser.
-Pienso que mi teatro habla una y otra vez de esa condición paradójica del ser humano: somos frágiles, estremecedoramente frágiles, y, sin embargo, no nos resignamos a nuestra fragilidad, sino que peleamos, peleamos por la belleza, por la dignidad, por la libertad, por la justicia, muchas veces contra enemigos interiores, enemigos que están dentro de nosotros.


-Creo que el teatro no debería estar en un margen de la escuela sino en su centro, como todas aquellas artes que puedan ayudar a la gente a encontrar su voz. Además, el teatro enseña responsabilidad; cuando uno está haciendo una obra con otros sabe que en cierto momento ha de saberse su papel; si no, todo se vendrá abajo; no es como no haber estudiado el examen de química, donde tu posible fracaso es solitario; en el teatro cada participante es responsable de todos los demás.
-La complejidad de la crítica que un arte genera da cuenta de la fuerza de ese arte. Que un hecho artístico sea capaz de provocar una conversación crítica, informada y compleja, es un rasgo de la fortaleza de ese hecho artístico y de la sociedad en que esa conversación se da.
-Yo intento hacer un teatro tan complejo como sea posible, tan complejo como
lo es la vida humana, en el que haya cultura y a la vez emociones elementales. Al mismo tiempo busco estrategias para interesar a gente muy distinta.
-Al espectador hay que hacerle cómplice de la dificultad. Si lo intentas engañar te va a pillar y se va a enfadar contigo. Por el contrario, si le haces cómplice desde el principio, el poder del teatro es inmenso. Como decía Borges ‘el teatro es el arte en el que un hombre finge ser lo que no es y otro, el espectador, finge que se lo cree.
-Durante mucho tiempo sentí desconfianza acerca de mi capacidad como director, hasta que me topé con un material en el que sí creía que podía tener una voz original. He descubierto que el espectador es un lector y que dirigir un espectáculo no es sino escribir en el espacio y en el tiempo.
- Sólo un ingenuo puede pensar que aquí y ahora la libertad de creación es absoluta. Hay temas y puntos de vista que la sociedad castiga, y otros que el mercado excluye. Y hay autocensuras y autoengaños del creador que se tiene por lobo cuando en realidad es cordero
-El teatro es el medio más directo y diverso que conozco para compartir mi asombro hacia la vida.El texto es la causa primera de una cadena de desplazamientos —de traducciones— que culmina en el milagroso encuentro entre el actor y el público.
Y el público es la gente para la que trabajo. El teatro sólo tiene sentido si se hace para la gente. Lo que no significa dar a la gente lo que la gente quiere. A veces la mejor forma de ser útil a la gente es desafiarla, ofrecerle lo que no busca.

POEMA DÍA XXVI/VI/2015:"Evitar"; Gloria Fuertes

POEMA DÍA XXVI/VI/2015:"Evitar"; Gloria Fuertes


Evitar

Evitar supotancios y soponcios, evitar,
tiquismiquis cortapisas,
forúnculos y asépticos contables,
evitar carcajadas sin sonrisa,
evitarme la alfombra por la cuadra,
evitar detenciones -de la orina-.
Evitar fallecer en la oficina,
evitar saludar a levitones evitar,
porque al fin esos,
 carbones,
de tu ternura harán un sacrilegio.
Evitar levitar -subir, caeros-,
evitar sobre todo estar en cueros
porque ellos tienen palo sin polilla,
evitar situación comprometida.
Evitar no tener más que una tiña,
evitar violentas contusiones.
Provocar-evitar nuevos amores.
Evitar. ¡Evitar lo Inevitable!
...Por eso y a pesar yo mando un cable,
a todos los países de habla humana:
Evitad. Evitad por la mañana
lo que ya por la tarde será tarde.
Evitar, que la cosa está que arde,
evitar que la muerte te lo evite.
-Evitar no es cobarde es necesario-
(antipoético tal vez pero instintivo).
Evitar. Puedo evitarlo luego vivo
para evitar la muerte inhabitable.

BREVIARIO XLVII:"El ahogado más hermoso del mundo"; Gabriel García Márquez

EL AHOGADO MÁS HERMOSO DEL MUNDO


Angelica Minier

Los primeros niños que vieron el promontorio oscuro y sigiloso que se acercaba por el mar, se hicieron la ilusión de que era un barco enemigo. Después vieron que no llevaba banderas ni arboladura, y pensaron que fuera una ballena. Pero cuando quedó varado en la playa le quitaron los matorrales de sargazos, los filamentos de medusas y los restos de cardúmenes y naufragios que llevaba encima, y sólo entonces descubrieron que era un ahogado.
Habían jugado con él toda la tarde, enterrándolo y desenterrándolo en la arena, cuando alguien los vio por casualidad y dio la voz de alarma en el pueblo. Los hombres que lo cargaron hasta la casa más próxima notaron que pesaba más que todos los muertos conocidos, casi tanto como un caballo, y se dijeron que tal vez había estado demasiado tiempo a la deriva y el agua se le había metido dentro de los huesos. Cuando lo tendieron en el suelo vieron que había sido mucho más grande que todos los hombres, pues apenas si cabía en la casa, pero pensaron que tal vez la facultad de seguir creciendo después de la muerte estaba en la naturaleza de ciertos ahogados. Tenía el olor del mar, y sólo la forma permitía suponer que era el cadáver de un ser humano, porque su piel estaba revestida de una coraza de rémora y de lodo.
No tuvieron que limpiarle la cara para saber que era un muerto ajeno. El pueblo tenía apenas unas veinte casas de tablas, con patios de piedras sin flores, desperdigadas en el extremo de un cabo desértico. La tierra era tan escasa, que las madres andaban siempre con el temor de que el viento se llevara a los niños, y a los muertos que les iban causando los años tenían que tirarlos en los acantilados. Pero el mar era manso y pródigo, y todos los hombres cabían en siete botes. Así que cuando se encontraron el ahogado les bastó con mirarse los unos a los otros para darse cuenta de que estaban completos.
Aquella noche no salieron a trabajar en el mar. Mientras los hombres averiguaban si no faltaba alguien en los pueblos vecinos, las mujeres se quedaron cuidando al ahogado. Le quitaron el lodo con tapones de esparto, le desenredaron del cabello los abrojos submarinos y le rasparon la rémora con fierros de desescamar pescados. A medida que lo hacían, notaron que su vegetación era de océanos remotos y de aguas profundas, y que sus ropas estaban en piltrafas, como si hubiera navegado por entre laberintos de corales. Notaron también que sobrellevaba la muerte con altivez, pues no tenía el semblante solitario de los otros ahogados del mar, ni tampoco la catadura sórdida y menesteroso de los ahogados fluviales. Pero solamente cuando acabaron de limpiarlo tuvieron conciencia de la clase de hombre que era, y entonces se quedaron sin aliento. No sólo era el más alto, el más fuerte, el más viril y el mejor armado que habían visto jamás, sino que todavía cuando lo estaban viendo no les cabía en la imaginación.
No encontraron en el pueblo una cama bastante grande para tenderlo ni una mesa bastante sólida para velarlo. No le vinieron los pantalones de fiesta de los hombres más altos, ni las camisas dominicales de los más corpulentos, ni los zapatos del mejor plantado. Fascinadas por su desproporción y su hermosura, las mujeres decidieron entonces hacerle unos pantalones con un pedazo de vela cangreja, y una camisa de bramante de novia, para que pudiera continuar su muerte con dignidad. Mientras cosían sentadas en círculo, contemplando el cadáver entre puntada y puntada, les parecía que el viento no había sido nunca tan tenaz ni el Caribe había estado nunca tan ansioso como aquella noche, y suponían que esos cambios tenían algo que ver con el muerto. Pensaban que si aquel hombre magnífico hubiera vivido en el pueblo, su casa habría tenido las puertas más anchas, el techo más alto y el piso más firme, y el bastidor de su cama habría sido de cuadernas maestras con pernos de hierro, y su mujer habría sido la más feliz. Pensaban que habría tenido tanta autoridad que hubiera sacado los peces del mar con sólo llamarlos por sus nombres, y habría puesto tanto empeño en el trabajo que hubiera hecho brotar manantiales de entre las piedras más áridas y hubiera podido sembrar flores en los acantilados. Lo compararon en secreto con sus propios hombres, pensando que no serían capaces de hacer en toda una vida lo que aquél era capaz de hacer en una noche, y terminaron por repudiarlos en el fondo de sus corazones como los seres más escuálidos y mezquinos de la tierra. Andaban extraviadas por esos dédalos de fantasía, cuando la más vieja de las mujeres, que por ser la más vieja había contemplado al ahogado con menos pasión que compasión, suspiró:
—Tiene cara de llamarse Esteban.
Era verdad. A la mayoría le bastó con mirarlo otra vez para comprender que no podía tener otro nombre. Las más porfiadas, que eran las más jóvenes, se mantuvieron con la ilusión de que al ponerle la ropa, tendido entre flores y con unos zapatos de charol, pudiera llamarse Lautaro. Pero fue una ilusión vana. El lienzo resultó escaso, los pantalones mal cortados y peor cosidos le quedaron estrechos, y las fuerzas ocultas de su corazón hacían saltar los botones de la camisa. Después de la media noche se adelgazaron los silbidos del viento y el mar cayó en el sopor del miércoles. El silencio acabó con las últimas dudas: era Esteban. Las mujeres que lo habían vestido, las que lo habían peinado, las que le habían cortado las uñas y raspado la barba no pudieron reprimir un estremecimiento de compasión cuando tuvieron que resignarse a dejarlo tirado por los suelos. Fue entonces cuando comprendieron cuánto debió haber sido de infeliz con aquel cuerpo descomunal, si hasta después de muerto le estorbaba. Lo vieron condenado en vida a pasar de medio lado por las puertas, a descalabrarse con los travesaños, a permanecer de pie en las visitas sin saber qué hacer con sus tiernas y rosadas manos de buey de mar, mientras la dueña de casa buscaba la silla más resistente y le suplicaba muerta de miedo siéntese aquí Esteban, hágame el favor, y él recostado contra las paredes, sonriendo, no se preocupe señora, así estoy bien, con los talones en carne viva y las espaldas escaldadas de tanto repetir lo mismo en todas las visitas, no se preocupe señora, así estoy bien, sólo para no pasar vergüenza de desbaratar la silla, y acaso sin haber sabido nunca que quienes le decían no te vayas Esteban, espérate siquiera hasta que hierva el café, eran los mismos que después susurraban ya se fue el bobo grande, qué bueno, ya se fue el tonto hermoso. Esto pensaban las mujeres frente al cadáver un poco antes del amanecer. Más tarde, cuando le taparon la cara con un pañuelo para que no le molestara la luz, lo vieron tan muerto para siempre, tan indefenso, tan parecido a sus hombres, que se les abrieron las primeras grietas de lágrimas en el corazón. Fue una de las más jóvenes la que empezó a sollozar. Las otras, asentándose entre sí, pasaron de los suspiros a los lamentos, y mientras más sollozaban más deseos sentían de llorar, porque el ahogado se les iba volviendo cada vez más Esteban, hasta que lo lloraron tanto que fue el hombre más desvalido de la tierra, el más manso y el más servicial, el pobre Esteban. Así que cuando los hombres volvieron con la noticia de que el ahogado no era tampoco de los pueblos vecinos, ellas sintieron un vacío de júbilo entre las lágrimas.
—¡Bendito sea Dios —suspiraron—: es nuestro!
Los hombres creyeron que aquellos aspavientos no eran más que frivolidades de mujer. Cansados de las tortuosas averiguaciones de la noche, lo único que querían era quitarse de una vez el estorbo del intruso antes de que prendiera el sol bravo de aquel día árido y sin viento. Improvisaron unas angarillas con restos de trinquetes y botavaras, y las amarraron con carlingas de altura, para que resistieran el peso del cuerpo hasta los acantilados. Quisieron encadenarle a los tobillos un ancla de buque mercante para que fondeara sin tropiezos en los mares más profundos donde los peces son ciegos y los buzos se mueren de nostalgia, de manera que las malas corrientes no fueran a devolverlo a la orilla, como había sucedido con otros cuerpos. Pero mientras más se apresuraban, más cosas se les ocurrían a las mujeres para perder el tiempo. Andaban como gallinas asustadas picoteando amuletos de mar en los arcones, unas estorbando aquí porque querían ponerle al ahogado los escapularios del buen viento, otras estorbando allá para abrocharse una pulsera de orientación, y al cabo de tanto quítate de ahí mujer, ponte donde no estorbes, mira que casi me haces caer sobre el difunto, a los hombres se les subieron al hígado las suspicacias y empezaron a rezongar que con qué objeto tanta ferretería de altar mayor para un forastero, si por muchos estoperoles y calderetas que llevara encima se lo iban a masticar los tiburones, pero ellas seguían tripotando sus reliquias de pacotilla, llevando y trayendo, tropezando, mientras se les iba en suspiros lo que no se les iba en lágrimas, así que los hombres terminaron por despotricar que de cuándo acá semejante alboroto por un muerto al garete, un ahogado de nadie, un fiambre de mierda. Una de las mujeres, mortificada por tanta insolencia, le quitó entonces al cadáver el pañuelo de la cara, y también los hombres se quedaron sin aliento.
Era Esteban. No hubo que repetirlo para que lo reconocieran. Si les hubieran dicho Sir Walter Raleigh, quizás, hasta ellos se habrían impresionado con su acento de gringo, con su guacamayo en el hombro, con su arcabuz de matar caníbales, pero Esteban solamente podía ser uno en el mundo, y allí estaba tirado como un sábalo, sin botines, con unos pantalones de sietemesino y esas uñas rocallosas que sólo podían cortarse a cuchillo. Bastó con que le quitaran el pañuelo de la cara para darse cuenta de que estaba avergonzado, de que no tenía la culpa de ser tan grande, ni tan pesado ni tan hermoso, y si hubiera sabido que aquello iba a suceder habría buscado un lugar más discreto para ahogarse, en serio, me hubiera amarrado yo mismo un áncora de galón en el cuello y hubiera trastabillado como quien no quiere la cosa en los acantilados, para no andar ahora estorbando con este muerto de miércoles, como ustedes dicen, para no molestar a nadie con esta porquería de fiambre que no tiene nada que ver conmigo. Había tanta verdad en su modo de estar, que hasta los hombres más suspicaces, los que sentían amargas las minuciosas noches del mar temiendo que sus mujeres se cansaran de soñar con ellos para soñar con los ahogados, hasta ésos, y otros más duros, se estremecieron en los tuétanos con la sinceridad de Esteban.
Fue así como le hicieron los funerales más espléndidos que podían concebirse para un ahogado expósito. Algunas mujeres que habían ido a buscar flores en los pueblos vecinos regresaron con otras que no creían lo que les contaban, y éstas se fueron por más flores cuando vieron al muerto, y llevaron más y más, hasta que hubo tantas flores y tanta gente que apenas si se podía caminar. A última hora les dolió devolverlo huérfano a las aguas, y le eligieron un padre y una madre entre los mejores, y otros se le hicieron hermanos, tíos y primos, así que a través de él todos los habitantes del pueblo terminaron por ser parientes entre sí. Algunos marineros que oyeron el llanto a distancia perdieron la certeza del rumbo, y se supo de uno que se hizo amarrar al palo mayor, recordando antiguas fábulas de sirenas. Mientras se disputaban el privilegio de llevarlo en hombros por la pendiente escarpada de los acantilados, hombres y mujeres tuvieron conciencia por primera vez de la desolación de sus calles, la aridez de sus patios, la estrechez de sus sueños, frente al esplendor y la hermosura de su ahogado. Lo soltaron sin ancla, para que volviera si quería, y cuando lo quisiera, y todos retuvieron el aliento durante la fracción de siglos que demoró la caída del cuerpo hasta el abismo. No tuvieron necesidad de mirarse los unos a los otros para darse cuenta de que ya no estaban completos, ni volverían a estarlo jamás. Pero también sabían que todo sería diferente desde entonces, que sus casas iban a tener las puertas más anchas, los techos más altos, los pisos más firmes, para que el recuerdo de Esteban pudiera andar por todas partes sin tropezar con los travesaños, y que nadie se atreviera a susurrar en el futuro ya murió el bobo grande, qué lástima, ya murió el tonto hermoso, porque ellos iban a pintar las fachadas de colores alegres para eternizar la memoria de Esteban, y se iban a romper el espinazo excavando manantiales en las piedras y sembrando flores en los acantilados, para que los amaneceres de los años venturos los pasajeros de los grandes barcos despertaran sofocados por un olor de jardines en altamar, y el capitán tuviera que bajar de su alcázar con su uniforme de gala, con su astrolabio, su estrella polar y su ristra de medallas de guerra, y señalando el promontorio de rosas en el horizonte del Caribe dijera en catorce idiomas: miren allá, donde el viento es ahora tan manso que se queda a dormir debajo de las camas, allá, donde el sol brilla tanto que no saben hacia dónde girar los girasoles, sí, allá, es el pueblo de Esteban.

jueves, 25 de junio de 2015

ROBERTO ÁLAMO

ROBERTO ÁLAMO 


-Una de las maravillas que te ofrece esta profesión es la de conocer a fondo otras realidades, otras vivencias, otras problemáticas, otros ambientes, en definitiva, otros mundos ajenos al tuyo que descubres como tuyos al acercarte a ellos y estudiarlos en profundidad.
-El teatro, me abre las ventanas de la sangre al intento (diario y permanente) del conocimiento profundo de uno mismo y de los que le rodean.
-Yo prefiero hablar de encarnar,domar la carne, sentir que en aquello que haces no hay hueco para la mentira.
-La posibilidad de intentar ¨ser¨ y ¨estar¨ como otro ser humano ajeno a ti pero cediéndole tus emociones, tu más radical intimidad.


-No me considero ni secundario, ni de lujo; me considero solo un actor. Soy un actor que ha elegido esta carrera para contar cosas y para expresarme a través de lo que hago. Me da igual si soy el protagonista absoluto o no, me da igual siempre que pueda expresarme.
-En esto hay mucha hipocresía. Lo que es violento es ver a la puerta del teatro un chaval de 30 años pidiendo un trozo de pan. Y eso no sale en el telediario. Cuando acaba un combate, los púgiles se dan el abrazo más sentido que he visto en mi vida. Yo he visto poesía en el boxeo: he visto al gran Mohamed Ali bailando con la muerte.
- Este sistema que vivimos promociona que tu no pienses, que no seas inteligente, sino que te tragues todo. La televisión como concepto es anular la información, te cuento lo que yo quiero para que así no pienses. Lo que pasa es que eso va contranatura y el ser humano para ser feliz tiene que pensar y reflexionar. Si pensáramos y reflexionáramos más, los que dominan todo esto, no tendrían tanto poder.
Si tu no dominas tu cuerpo o tu inteligencia puedo convencerte de cualquier cosa, por lo que te puedo meter las mayores trolas del mundo.



-Hago un personaje extremo y para mí era importante que el público viera en mí inmediatamente un boxeador, así ese escalón no lo tenía que saltar.
-La obra, el montaje, es un homenaje al ser humano, a lo que un país no debe hacer con alguien, este personaje también nos enseña a comprender el desastre de educación que había, qué desastre de España, de lo que se llega a hacer con un ser humano, reflejo de otros muchos seres humanos, con su historia se habla de lo que era la sociedad de entonces en la que todo consistía en educar a la gente en la violencia y el miedo, todos los personajes que aparecen en la obra necesitan un abrazo
-Los días que tengo función intento no gastar demasiada energía antes de la misma.Si puedo evitar salir de casa, mejor que mejor. Llego al teatro con dos horas de antelación, me pongo la ropa del personaje, y comienzo a escuchar la música y a observar las fotografías (qué gran invento esto del Iphone, jajaja) que me ayudan a colocarme emocionalmente donde debo estar (me refiero a ese estado que no es otro que el que antes citaba cuando hablaba de mi más radical intimidad), ese sitio en el que la relajación, la fragilidad, y la vulnerabilidad se entremezclan y no vuelven a su sitio hasta pasados diez minutos de la caída del telón.