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lunes, 8 de junio de 2015

ROBERT LEPAGE

ROBERT LEPAGE


-"Existen varias hipótesis sobre los orígenes del teatro, pero la más estimulante tiene la forma de una fábula: una noche, en tiempo inmemorial, un grupo de hombres se habían reunido en una caverna para calentarse en torno a un fuego y contarse historias. Cuando, repentinamente, uno ellos tuvo la idea de levantarse y de utilizar su sombra para ilustrar su relato. Al ayudarse con la luz de las llamas, hizo patentes sobre las paredes de la cueva a unos personajes de tamaño mayor que los naturales. Los otros, deslumbrados, reconocieron en las sombras al poderoso y al débil, al opresor y al oprimido, al dios y al mortal. Hoy día, la luz de los proyectores sustituye a la fogata inicial y la maquinaria de escena, a las paredes de la caverna. Y con todo respeto a algunos puristas, esta fábula nos recuerda que la tecnología es la causa incluso del teatro y que no debe percibirse como una amenaza, sino más bien como un elemento enriquecedor. La supervivencia del arte teatral depende de su capacidad para reinventarse integrando nuevas herramientas y nuevas lenguas. ¿Si no, cómo el teatro podría seguir siendo el testigo de todas las grandezas y de lo que está en juego en su tiempo y, al mismo tiempo, promover el acuerdo entre los pueblos, si él mismo no demostrara apertura? ¿Cómo podría jactarse de ofrecer soluciones a los problemas de la intolerancia, la exclusión y el racismo, si, en su práctica propia, se negase a todo mestizaje y a toda integración? Para representar al mundo en toda su complejidad, el artista debe proponer formas e ideas nuevas, confiando en la inteligencia del espectador, que es capaz así mismo de distinguir la silueta de la humanidad dentro del perpetuo juego de luces y sombras. Es cierto que jugando mucho con el fuego, el hombre corre el riego de quemarse, pero así alberga también la esperanza de convencer y de iluminar."

-"El teatro es como la jardinería .Preparas diferentes materiales, plantas semillas, trabajas con el suelo... Y no sabes lo que saldrá de ahí. Pero algo crecerá. Será más rico o más pobre, pero estará ahí. Y es lo que me gusta del teatro: algo que siembras por primera vez y no es bueno, tras representarlo y representarlo y representarlo acaba siendo bueno. El mundo del cine y de la televisión, los medios grabados, van de tirar cosas todo el tiempo: es bueno, lo uso, lo tiro; es malo, lo tiro directamente. Pero la verdadera naturaleza del teatro es la persistencia, la memoria. Cosas que echan raíces y crecen y crecen... Y cuando te quieres dar cuenta aquello tan pequeño es un gran árbol. Porque las cosas adquieren significado con el paso del tiempo".


-Es cierto que mi método de trabajo puede poner nerviosos a los actores. Son, por lo general, gente muy insegura, y cuando no les dices exactamente lo que tienen que hacer se ponen nerviosos. Pero es yo realmente no lo sé. También pasa que renuncian a continuar porque no están preparados para las travesías psíquicas que le propongo o porque siente que es un esfuerzo intelectual excesivo para ellos. Es algo que entiendo perfectamente y no me siento ofendido. Los sustituyo y sin problemas. La verdad es que los actores que aguantan hasta el final son tipos con mucho coraje, porque deben pasar momentos muy duros y de gran incertidumbre, pero por eso precisamente he forjado con mucho de ellos amistades muy estrechas.
-El uso de la tecnología para mí es algo que me retrotrae a los orígenes del teatro, a la narración oral de historias. Es el fuego que iluminaba al cuentacuentos en la cueva mientras el público permanecía en la oscuridad. Y cada historia requiere una intensidad de luz precisa. Por eso hay que tener mucho cuidado con el fuego, con la tecnología, porque debe iluminar pero sin llegar a quemar el espectáculo y al público.


- En los últimos años cada vez estoy más interesado en el carácter de comunión que tiene el teatro. Creo que este interés se debe a lo que veo a mi alrededor: la gente encerrada en sus casas, frente a una pantalla, en Facebook y Twitter. A mí me interesa mucho estos nuevos espacios de comunicación, pero no puedo dejar de verlos como una especie de sexo fingido. El sexo real es el teatro y la energía que se crea en la sala.
- Para sobrevivir el teatro ha de ser un acontecimiento. Hay una tendencia a sistematizarlo, codificarlo, y eso lo mata. Tenemos que ofrecer un espectáculo único
- Es como concibo el teatro: como un espacio en el que contar la historia de pequeñas vidas y constatar cómo esos relatos resuenan en los grandes misterios existenciales.
- “Mi propósito es crear una experiencia esencialmente teatral sin renunciar a otros lenguajes. La mayoría de la gente está más familiarizada con el cine y la televisión. Eso hay que tenerlo muy en cuenta cuando quieres contar una historia. No hay que cerrarse: el teatro siempre fue un punto de encuentro de todas las artes (la literatura, la danza, la música, la arquitectura...) y debe seguir siendo así, ahora embarcando también a las nuevas tecnologías multimedia e Internet”.
-La arquitectura en el teatro es siempre muy decorativa, y yo creo que cada elemento debería jugar un papel. Para mí, la escenografía es muy importante en todos mis montajes, tiene que ser un personaje en sí mismo, tener un papel y estar viva. La razón por la que esta rota y ofrece muchas soluciones es porque el mundo de las drogas es brumoso y alucinógeno. Por eso me permito tratar de buscar ambientes arquitectónicos que desafíen también al público. Todo transcurre en diagonal. Es una ilusión y para los actores es muy difícil hasta caminar por el suelo. Hay algo en el surrealismo de Cocteau que encaja en lo que hacemos con esta escenografía. Para mí es parte de la narrativa.
-“Toda forma de creación es terapia, pero no solo una terapia personal. Debe serlo para el artista, pero también para el espectador. Si no, no sirve de nada”
- Defiendo la ignorancia de la juventud, que es una fuerza que no hay que menospreciar. Como dice David Bowie, a los 25 uno no sabe nada, pero lo defiende a muerte. Por eso trabajo tanto con jóvenes. Serán ingenuos, pero tienen una pasión infecciosa. Yo estoy a favor de ese contagio"
-Hay una carta que Frédéric Chopin escribió, lo último que dejó escrito, en la que decía: «Al final, está la simplicidad». Si tratas de empezar en ese punto no lo lograrás. La simplicidad es algo que se consigue al final. Tienes que empezar a hacerlo todo complicado, probarlo todo, lo impensable, lo más loco, y al final aparece la sencillez en toda su belleza.

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