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miércoles, 3 de junio de 2015

ARIANE MNOUCHKINE (Le Théâtre du Soleil)

ARIANE MNOUCHKINE (Le Théâtre du Soleil)



-Creo que el teatro es una especie de milagro. En ese momento compartido con nosotros, los actores se ponen la máscara y los espectadores se la sacan. Creo que el teatro es, durante algunas horas, una utopía. 600 personas que respiran juntas, que no se matan, que no se pelean todo el tiempo, que se miran, que se hablan. El teatro es un reflejo de lo que el mundo podría ser.
-Tenemos la impresión de respetar las reglas y, en realidad, súbitamente, percibimos que olvidamos lo esencial, “como estar en el presente”. Creo que el teatro es el arte del presente para el actor. No hay pasado, y ningún futuro. Está el presente, el acto presente.
-Concibo el teatro como un lugar de encuentro, de comunión, de identidad colectiva. Es el “palacio de las maravillas”, como decía Meyerhold. Allí alimentamos nuestro corazón, nuestro estómago, nuestro cuerpo, todo. Vamos al teatro para tener confianza unos en otros. Incluso cuando vemos una tragedia, la Orestea por ejemplo, el hecho de verla juntos, de ver que los actores se han tomado tanto tiempo para elaborar ese espectáculo, nos va a devolver la confianza en el ser humano. Incluso en el silencio, a través de la piel, nos decimos que nos parecemos. El público se habla aún sin hablarse.
Como exteriorizar sin caer sin caer en la exterioridad? Como se puede llegar a la autopsia del cuerpo…o del corazón? mi lapso , es bien revelador, ya que esa autopsia es realizado desde el cuerpo. Podemos decir que un actor digno de ese nombre, o una actriz digna de ese nombre, es un tipo de “autopsiador”, un tipo permanentemente trasparente, como las ilustraciones de anatomía. Su papel es demostrar el interior.


-Me refiero a que los actores trabajaban con martillo, sierra, agujereadora, madera, herramientas y materiales... Allí construyeron con mucha precisión el espacio, los accesorios, todo con elementos que encontramos en las calles de París. Fuimos reconstruyendo nuestras casas y recuerdos, la tetera de nuestra madre, nuestros espacios, ciertos climas del recuerdo. Incluso los olores. En una escena hay olor a tostadas. Ese es nuestro método de trabajo. La Cartoucherie es un lugar muy grande pero a las ocho y media de la mañana se llenaba de cosas que traían los actores en sus autos. Cosas que traían de sus casas, de las de sus familiares, o cosas encontradas en las calles. Algunos objetos traídos originariamente para una escenografía, terminaban siendo utilizados en otra. Los actores fueron creando su mundo a través de estos objetos en el taller. Muchas veces yo rechazaba algunas elecciones, porque las consideraba demasiado decorativas, pero en general las propuestas fueron aceptadas.
-No olvide –dijo- que el director/puestista ha conquistado en nuestros días el más alto grado de poder que jamás haya tenido hasta aquí. Y que nuestro objetivo de conjunto es superar esta situación, creando una forma de teatro donde todo el mundo tenga la posibilidad de colaborar, sin que haya directores, técnicos, etc., según la acepción tradicional.
-Digamos que nosotros, los directores y actores, “practicamos en la práctica” y no en la teoría.



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